lunes, 27 de mayo de 2013

La vida sigue igual


Aviso para navegantes: Esta entrada es una revisión de la cuarta temporada de Modern Family así que inevitablemente caerá algún spoiler (aunque muy somero) sobre el final de temporada. Aunque en esta serie tampoco sea algo tan tan, si eres escrupuloso es mejor que veas primero la serie y luego vuelvas a leer. ¡Pero vuelve!

La semana pasada se despedía de la parrilla de ABC la cuarta temporada de Modern Family, que es una de mis referencias televisivas semanales fijas desde hace ya un tiempo. Y la canción de Julio Iglesias que titula el post encaja perfectamente con lo que ha sido la serie a lo largo de este curso 2012-2013. Y eso, en el caso de esta serie, es buena señal.

Porque de lo que se trata, a mi modo de ver, en Modern Family no es de formar una trama que lleve a algún sitio, sino de favorecer la situación para que las locuras de esta gente pueda tener lugar. Eso no quiere decir que la serie no evoluciona, pero evoluciona no a nivel argumental sino a través de la evolución de sus personajes. Especialmente a través de los más jóvenes del clan Pritchett.

Los Dunphy-Pritchett siguen siendo el alma de la comedia. No sólo porque es la rama más numerosa de la familia, sino porque es precisamente la interacción entre sus miembros es lo que proporciona los mejores momentos en casi cada uno de los episodios. La maduración (como personajes) de Haley, Alex y Luke es lo que ha permitido que las bromas puedan irse renovando. Entre sus momentos más memorables tenemos que destacar esa profecía de sus vidas futuras o el momento caravana en el penúltimo episodio de la temporada.

No se queda atrás la rama Tucker-Pritchett, especialmente gracias a la incorporación de Lilly, que fue la gran novedad del año pasado. La dinámica entre Cam y su hija, con la sombra siempre constante de Mitchell, desaprovando y exagerando todo lo que hacen su marido y su retoño. También por esta parte podemos señalar algunos momentos grandiosos, como el de Cam vestido del musical Cats subido a un árbol o, sobre todo, la competición gimnástica de Lilly. La sesión de fotos con la pequeña tampoco se queda corta.

El único problema de la serie está (o sigue estando) en la parte del patriarca. Como a Rebeca, de Como un Fenix, a mí también me chirría cada vez más el personaje de Manny. Y, con él, se tambalea toda una dinámica que no termina de encajar. O, por lo menos, a mí no me termina de encajar. Es cierto que el embarazo y la sorprendente paternidad de Jay ha dejado algunos detalles, pero en general han sido momentos muy esporádicos y muchas veces propiciados a través de sus relaciones con los otros personajes. Como lo de Claire preguntándose una y otra vez cuánto más gorda iba a estar Gloria.

En esto último, en las tramas grupales, con todos o casi todos los personajes presentes, la serie sigue funcionando muy pero que muy bien. Más o menos todas las reviews que he leído de esta temporada destacan la escena final, con el funeral de la madre de Phil, pero tenemos otras muchas. Para mí, uno de los episodios más memorables de la temporada fue el de la remodelación de la casa, que giró prácticamente en torno a los dos "matrimonios jóvenes".

Pero si hay algo que me gusta por encima de todo de Modern Family es lo bien que utiliza el formato del mockumentary.  Es algo que me ocurre también con otros shows del mismo formato como Parks & Recreation, pero yo creo que la comedia de ABC lo borda: las miradas a cámara, el "confesionario"... Esos juegos con el espectador, las miradas de Claire y de Mitchell, las absurdas ocurrencias de Phil, las locas historias de Cam con su marido por detrás... Son impagables.

Modern Family tendrá quinta temporada. Además, está a un paso de la sindicación ya que el capítulo final de esta temporada era el número 96. Y yo que me alegro. Espero que en la quinta temporada nos sigan dejando momentos memorables como lo han hecho hasta ahora.

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