martes, 11 de marzo de 2014

El retorno de Cosmos y su nave de la imaginación


Recuerdo, cuando era pequeño, en el colegio – estaríamos en 1º o en 2º de ESO [1] – el profesor de Naturales entró en clase arrastrando el viejo armario con la televisión y el vídeo (VHS, por supuesto) y nos avisó de que aquella clase iba a ser diferente a las demás. Encendió los aparatos, le dio al play y allí apareció un señor medio con un jersey de cuello vuelto y una sonrisa cercana que quería hacernos entender los secretos del Universo. Era Carl Sagan y aquello era Cosmos. Por supuesto que aquella fue una clase diferente.

Años más tarde, logré hacerme con la serie completa en su segunda versión, aquella en la que Carl Sagan, ya más mayor y con el pelo cano, explicaba al final cómo había progresado la ciencia – y sus puntos de vista personales en algún caso – en los diez años que habían pasado entre la producción original y la "ampliada. Aquel viaje en trece (más una) etapas por el tejido de la realidad con la "nave de la imaginación" fue como volver a ser un niño que descubre la maravilla de la Creación que le rodea.
Paradójicamente, en un mundo cada vez más tecnológico, cada vez más cientifista, la ciencia se presenta cada vez más como una disciplina muy discutida por grupos que hacen cada vez más ruido. «Cultura» se sigue identificando habitualmente con el conocimiento «de letras» y no había – con honrosas excepciones – un programa de divulgación científica serio destinado al gran público, en una cadena generalista desde prácticamente la emisión de Cosmos en su reedición de 1990. Había, sí, programas destinados a los niños (Bill Nye: The Science Guy o Beakman's World, por ejemplo), existen canales temáticos y existen los documentales de la siesta de La 2, pero... ¿un programa como Cosmos? ¿En una televisión generalista? De locos.

Seguro que más o menos eso pensaron los directivos de FOX en 2011 cuando una de sus "estrellas", Seth McFarlane (sí, el de Family Guy) se plantó delante de quien se tuviera que plantar y propuso relanzar Cosmos. Hay que darle un punto a McFarlane por proponer un remake de Cosmos: posiblemente si hubiera llegado y hubiera dicho «Oye, quiero hacer una serie de divulgación científica en Prime-Time» le hubieran dicho «Vuelve a tu casa a dibujar a Stewie». Pero la cosa, por fortuna, no fue así.

Este domingo, casi 35 años después, Neil deGrasse Tyson – ese hombre que, como leía esta mañana, sería capaz de leer la guía telefónica y hacerla parecer interesante – se subió a los mandos de la nave de la imaginación y, de pronto, parecía como si estuviéramos otra vez viendo a Carl Sagan y su Cosmos original pero con los medios del s. XXI. Una auténtica maravilla de la TV destinada, como su "madre" a hacer historia en la que, además, McFarlane ha podido contar con dos de los componentes del trío original Ann Druyan (productora, viuda de Sagan y la única persona que puede presumir de que el latido de su corazón se puede escuchar en los límites más exteriores del sistema solar) y Steven Soter (astrofísico y co-escritor de la serie original).

El resultado no pudo ser mejor. Más allá de lo apasionante del contenido y de la buena factura, más allá del precioso homenaje a Sagan que DeGrasse hace al final del capítulo a partir de su experiencia personal con su predecesor a los mandos de la nave de la imaginación... más allá de todo eso, en una noche como la del Domingo (que es uno de los prime-times más potentes y disputados de toda la semana) cosechó unos grandes datos de audiencia. Esperemos que esto sea la señal que demuestra que estos programas tienen cabida en la televisión de hoy.

Puede que seas "de letras", puede las cuestiones científicas te parezcan farragosas y poco interesantes. Pero lo cierto es que si tienes la más mínima curiosidad por descubrir aquello que te rodea, por descubrir cómo funciona, Cosmos – este canto de amor a la ciencia, a nuestro universo (y, si eres creyente como yo, a la Creación y al Creador) – es el programa para ti.

[1] Sí, yo soy un "pipiolo" de la LOGSE. Afortunadamente, soy de la primera generación de la LOGSE, esa que de LOGSE prácticamente tuvo sólo el nombre.

0 chapuzones :

Publicar un comentario